viernes, 27 de noviembre de 2009

El fin del mundo


Hace unos días atrás, viendo la TV por cable, me encontré como todos los días cuando se me hace imposible conciliar el sueño, con el programa televisivo "Así Somos" de La Red. La verdad, es que me entretiene oír todas las imbecilidades que en ella se dicen, a diferencia de lo que las mujeres opinan, que por cierto, siempre son más acertadas que las de los hombres (o varones, debiera ser más específico). Cierto día -no hace mucho- aparece el personaje llamado Salfate (no sé si es su nombre original o es su apodo), refiriéndose a su tema del día, que tenía que ver con lo de la Isla Friendship donde habitan fantasmas, espíritus e inclusive extraterrestres comiendo milcaos y cosas por el estilo.



El caso es que, poco impresionaba en lo personal el panelista en cuestión en cuanto a su manera de enfrentarse a lo que iba a exponer, pues como muchos habrán percibido en él, se trata de ese típico tipo buena onda que le gusta impresionar a la gente con cosas extrañas, hasta el extremo de hacerles llorar con sus películas y boludeces para quedar en la retina de quienes le rodean. Inclusive impresiona con anuncios, que si bien es cierto aparentan ser de poca monta, no dejan de asustar a la gente. Más aún con las predicciones que actualmente nos invaden. Por ejemplo, que el 21 de diciembre del año 2012 nos vamos todos cortados; que se acerca el llamado planeta rojo a velocidad espeluznante a destrozarnos los cojones (Hercúlubus); que el cambio climático en conjunto con el Sol (pues la luna también ejerce su atracción -no sexual- sobre la tierra, específicmanete en el mar), o nos deja sin verano de aquí en más o simplemente nos cocina como barbacoa. En fin, todo aquello sin contar con las historiestas de Nostradamus que cada vez que se lo menciona en algún diario o revista ocasiona algún tipo de revuelo. A propósito de aquello, y lo comento ya que no tengo a mi madre cerca para que me de una pateadura (nunca lo hizo a propósito ¿o sí?... bueno no lo recuerdo), acercándose la fecha de fin de año de 1999, se dispuso a acumular agua, no recuerdo exactamente si eran bidones relativamente grandes o en botellas plásticas. Claro, si días antes en un diario local se hablaba del fin del mundo para el año 2000. También recuerdo esas noticias apocalípticas por cuanto ni los computadores, ni los televisores funcionarían puesto que su sistema no estaba programado para el cambio de fecha. Es increíble cómo puede generar la mente tanta pelotudez.



Pues bien, prosiguiendo con lo del programa televisivo, este personaje habló de un libro llamado "Pergamino de Cristal" que le fue entregado nadie sabe cómo ni por quién, dejando en todo caso a la imaginación de los televidentes que probablemente le había sido obsequidado por "Mi amigo Mac" o "E.T. ". Hizo alusión a eventos importantísimos que ocurrirán los días 9 de septiembre del 2010 y 14 de noviembre del 2011 que cambiarán por completo a la humanidad. Esas fechas le fueron confiadas muy secretamente por alguien que no quizo identificar, excusándose de que no podía decir nada más pues podría producir pánico. Entonces, hizo alusión a un par de frases del libro que mencioné más arriba, de las que ninguno de los panelista -me incluyo-, no entendió absolutamente nada, y ese afán sensasionalista y amarillista del pelado no hacía más que dejarnos cada vez metidos (para eso le pagan al farsante) y hasta los pelos de abajo encrespados. No duró mucho su exposición, para rematar diciendo que quien quisiese el libro maravilla debía comunicarse con un tal Álex Leiva mediante el correo electrónico om@chile.com, y que según quienes le habrían encomendado iluminar a los rotos que lo siguen, de acuerdo a quien le envíe un correo -a ese tal Álex- se haría, por decirlo de alguna forma, ganador de tamaño trofeo mágico. Obviamente que tiendo a pensar que quien obtendría ese libro sería algún "elegido" que sobresale del rebaño. Ahora ¿cómo esa o esas personas sabrían quien tiene una aureola en la cabeza tan sólo con enviar un estúpido correo electrónico? No sé. Francamente no sé.



Pues bien, al día siguiente recordé el correo electrónico (no era tan difícil) para saber de qué se trataba todo este asunto (si igual estaba cagado de miedo, no creas) y envié un mensaje, hablando -entre otras cosas- de los sucesos extraños que nos están ocurriendo hoy en día a nivel social y otras patrañas que ni yo mismo creía. Mi sorpresa fue enorme cuando puse "enviar", pues no alcanza a pasar un segundo cuando ya tenía la respuesta de mi mensaje. Y como ando de buen ánimo lo publico a continuación para ustedes:



"deAlex Leiva <om@chile.com>parapatrickmocer@gmail.com
fecha26 de noviembre de 2009 08:50asuntoRe: (sin asunto)enviado porchile.com
ocultar detalles 26 nov (1 día antes)
lo unico que te puedo decir puerto natales no es buena ciudad para vivir el verdadero camino a la salvacion es la que tu creas

alex leiva14/86/04362"



Evidentemente que el corazón me retumbaba en la cabeza y se me vino a la mente una cuestión bastante estúpida, pues pensé en aquel momento que antes que yo envíe el mensaje, este ser del otro mundo había hecho contacto con mi cerebro para tener la respuesta en un dos por tres. ¡Qué estúpido! Pero me lo tomo para la risa y lo guardo bajo las alas del anecdotario de mi vida personal. Evidentemente que se trataba -me demoré un par de segundos en espabilarme, tan pelotudo no soy- de una respuesta automática.


Para concluir, y averiguando algo más en internet, me he enterado que alguien por ahí encontró o adivinó más bien dicho, la clave (así es la "indiosincrasia" chilena) y accedió a la página con todos los mensajes que habían sido enviados hasta el momento al tal Álex Leiva, y entre esos mensajes claro está, el de este pobre webón.



Pero en fin, todo se trataba de una tontera sin explicación alguna, generada por este pelado gil llamado Salfate. Las comunicaciones nos están deformando la cabeza, es verdad, pero no hay que creer todo lo que de ella emana. Cabe señalar, eso sí, que este engendro aparentemente estaba invocando a su concurrida audiencia a formar parte de una organización de índole religiosa. A formar parte sin darnos cuenta, por supuesto.

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